Un Solo Mesías

La noción de dos Mesías—uno sacerdotal y otro real—es una innovación errónea, sin fundamento en las Escrituras ni en la auténtica Tradición. Hay un solo Cristo, Jesús de Nazaret, que es plenamente Sacerdote, plenamente Profeta y plenamente Rey. Esto se expone con claridad en la profecía de Zacarías: «Así dice el Señor Todopoderoso: He aquí un hombre cuyo nombre es Germen, brotará de su raíz y edificará el templo del Señor. Él recibirá poder, se sentará y reinará en su trono, y será sacerdote sobre su trono, y habrá un consejo de paz entre los dos» (Zacarías 6,12–13). Es evidente que Zacarías no habla de dos personas distintas, sino de un único Mesías que ocupa al mismo tiempo los oficios sacerdotal y real.

Los Apóstoles reconocieron a un solo Mesías, que es el cumplimiento de toda profecía del Antiguo Testamento. San Pedro declaró: «Sepa pues con certeza toda la casa de Israel, que Dios ha constituido Señor y Cristo a ese mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis» (Hechos 2,36). Todo el testimonio apostólico da fe de que el sacrificio sacerdotal y el reinado real están unificados en la única persona de Jesucristo. Sugerir lo contrario es disminuir la naturaleza única y total de la obra redentora de Cristo, y rechazar la claridad del testimonio profético que se cumplió en un solo Mesías, un solo Señor y un solo Rey: Jesucristo. Cualquiera que se diga “cristiano” y enseñe otra cosa, es hereje.

La enseñanza de dos Mesías—un “Mesías hijo de José” sufriente y un “Mesías hijo de David” victorioso—es una invención posterior del judaísmo rabínico. Esta idea surgió principalmente como un intento de los rabinos por resolver contradicciones aparentes en los pasajes proféticos. Al no querer aceptar a Jesucristo, quien cumplió perfectamente ambos papeles—el del siervo sufriente (Isaías 53) y el del Rey conquistador (Salmo 2; Daniel 7)—los rabinos desarrollaron una interpretación artificial que dividía al Mesías en dos figuras distintas.

La Iglesia, desde sus comienzos, guiada por el Espíritu Santo, proclamó inequívocamente a Cristo como el único Mesías que cumplió todas las expectativas proféticas mediante su encarnación, pasión, muerte, resurrección y ascensión. La enseñanza apostólica no admite múltiples Mesías, sino que anuncia clara y autoritativamente que sólo Jesús es el Mesías: sacerdote y rey, siervo sufriente y Señor triunfante. Así, la invención rabínica de dos Mesías no es más que una tradición humana sin sanción divina, un error nacido del rechazo a Cristo, el verdadero Mesías de Israel y de toda la humanidad.

Que Dios os bendiga +

P. Carlos
19 de mayo de 2025

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